En el estado brasileño de Pernambuco se encuentra la capital del estado, Recife, que es uno de los asentamientos más antiguos del país. Es una de las mayores ciudades de Brasil, con una población de más de 1 500 000 habitantes. La ciudad fue en su día un pueblo de pescadores hasta que las tropas holandesas la invadieron y ocuparon Pernambuco (y más tarde la mayor parte del Nordeste brasileño) en 1630. La capital se trasladó a la cercana Olinda. Los ocupantes extranjeros favorecieron el desarrollo Recife construyendo puentes y palacios, y los colonos holandeses la llamaron Mauritsstad, o Ciudad de Mauricio. En el casco antiguo de Recife Antigo se encuentra la sinagoga más antigua del Nuevo Mundo. Pernambuco fue reconquistada por los portugueses en 1654.
En Recife, el río Beberibe confluye con el Capibaribe para desembocar en el océano Atlántico. La industria de la caña de azúcar prosperó en el estado de Pernambuco a partir de la introducción de esta industria por un tal Duarte Coehlo. Recife tiene un suelo fértil y un clima ideal para el cultivo de la caña de azúcar. La mayoría de los brasileños trabajaban como cultivadores de esta planta.
La comida, la música y la danza de Pernambuco están influidas por la cultura negra, debido a la introducción de africanos en Brasil. Recife se ha convertido en un crisol de indios, esclavos negros y portugueses que hacen de la ciudad una de las de mayor diversidad cultural de Brasil.
En Boa Viagem se encuentran las playas más bonitas, con aguas cálidas todo el año. Es una de las playas más famosas del país y los visitantes disfrutan de la arena y las aguas verdes, así como de la completa infraestructura de hoteles, restaurantes y otros servicios de la zona.
El nombre de Recife deriva de la palabra portuguesa que significa «arrecife». Su nombre se debe a la barrera de arrecifes que está muy cerca de la orilla, a veces casi en la misma. Nadar o hacer surf más allá de la línea del arrecife o en tramos expuestos de la playa está definitivamente prohibido debido a los peligros de ataques de tiburones, que se han hecho frecuentes desde la década de 1990.
Además de las playas, en Recife hay iglesias barrocas del siglo XVIII y edificios públicos del XIX. También merece la pena visitar la cercana Olinda, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Otras atracciones de la ciudad son los barrios de Santo Antônio y Boa Vista, a orillas del río Capibaribe, y el Polo Bom Jesus (en Recife Antigo), donde los visitantes pueden disfrutar de buena comida y una divertida vida nocturna.