Ouro Preto es considerada por muchos la crème de la crème entre las numerosas ciudades coloniales de Minas Gerais. No se puede subestimar su importancia en la historia del país, ya que en su día fue el centro de la minería de oro y del gobierno de Brasil. Fue aquí donde se celebró el primer movimiento independentista del país. En la actualidad, la ciudad sigue desempeñando un papel importante en el campo de las artes y la educación y se encuentra entre las tres ciudades más visitadas del país.
Cuenta la leyenda que las abundantes reservas de oro de antaño en Ouro Prêto se descubrieron cuando un esclavo mulato encontró granos extraños de metal negro después de beber de un pequeño río cercano al actual emplazamiento de la ciudad. Los extraños granos resultaron ser auténticas piezas de oro, por lo que dieron al lugar el nombre de Ouro Preto, término portugués que significa «oro negro». En aquella época, se convirtió en el lugar del Nuevo Mundo con mayores yacimientos de oro.
Además de marcar la época de la fiebre del oro en el país, Ouro Preto también está repleta de casas austeras, calles adoquinadas e iglesias de pequeño tamaño pero con interiores profusamente decorados.
La arquitectura de la ciudad no dejará indiferente al visitante, ya que dos de los mejores artistas del país, el pintor Mestre Athayde y el escultor y arquitecto Antônio Francisco Lisboa (el Aleijadinho) -nacido en la ciudad-, volcaron sus habilidades y creatividad para hacer de Ouro Preto una ciudad que destacara por sí misma.
Cuando la ciudad perdió su oro y su riqueza, lo que parecía una maldición se convirtió en una bendición encubierta. Al carecer de fondos, se impidieron cambios en su estructura. Así, la belleza y riqueza de la mayoría de los edificios de la ciudad se conservaron a lo largo del tiempo. En 1980, la ciudad fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; la primera entre las ciudades brasileñas. Y como la capital del estado se trasladó de Ouro Preto a Belo Horizonte en 1897, la ciudad pudo mantener intacto su aire colonial.
Al ser una ciudad pequeña, a los turistas no les resultará difícil apreciar lo que Ouro Preto tiene que ofrecer. La gente puede pasear fácilmente por las atracciones de la ciudad y explorar sus históricas calles y fuentes. Puede que el oro ya se haya agotado, pero las minas siguen existiendo, abiertas para que todo el mundo las vea.
A pesar de la caída en picado de la ciudad en lo que respecta a su riqueza en oro, Ouro Preto sigue atrayendo a muchos turistas por su sencillez y tranquilidad. Algo digno de ver para quienes buscan unas vacaciones tranquilas y apacibles.