La ciudad de Curitiba, en Brasil, es la capital del estado de Paraná y, en 2005, contaba con una población de 1,76 millones de habitantes. Su área metropolitana se compone de 26 municipios y su población supera los 3,2 millones de ciudadanos.
Se cree que el nombre de la ciudad tiene sus orígenes en palabra tupí «kurí tyba» que significa «mucho pino» y hacía referencia a la inmensa cantidad de pinos brasileños que había en esta región antes de la fundación de esta ciudad en 1693. Los fundadores de la ciudad, portugueses, la bautizaron como Vila da Nossa Senhora da Luz dos Pinhais (Nuestra Señora de la Luz en el Bosque de los Pinos), pero años más tarde, en 1721, se cambió el nombre de la ciudad por el actual.
A unos 400 kilómetros de São Paulo, esta moderna ciudad, bien planificada, posee múltiples atractivos. Cabe señalar que es la ciudad más grande del inmenso sur de Brasil y muchos de sus habitantes descienden de migrantes alemanes, rusos, ucranianos, polacos e italianos.
Curitiba es una ciudad muy conocida a nivel global entre los arquitectos urbanos debido a su innovador sistema de transporte público. Esta ciudad es un ejemplo a seguir en cuento a la integración del transporte sostenible en el desarrollo de infraestructuras viales, comunidades locales y centros de negocios.
El Aeropuerto Internacional Afonso Pena, el principal de la ciudad, es uno de los aeropuertos más modernos de Brasil y se considera el segundo más importante del sur del país. Además, la línea ferroviaria de la ciudad es la primera de todo Brasil y va desde Curitiba hasta Paranagua, atravesando montañas tan impresionantes que durante el viaje te quedarás sin palabras.
Entre la década de los años 70 y 80, Curitiba bajó los precios de los billetes de autobús y mejoró el servicio de transporte para hacer que sus habitantes dejasen de utilizar el coche. Y hay que decir que esta estrategia funcionó. Hoy en día, es mucho más fácil moverse por esta ciudad que por cualquier otra ciudad del país. A parte, Curitiba también ha aplicado medidas innovadoras para poner fin a los problemas de sus ciudadanos, como la pobreza, la contaminación o la escasez de viviendas.
Esta ciudad, al igual que todas las demás del sur de Brasil, tienen unos aires más europeos y la gente es súper amable. Sin embargo, cabe señalar que Curitiba no es una ciudad costera, pero está muy cerca de ciudades costeras como Florianópolis, Porto Bello, al sur; y, San Francisco, al este.
Quizá Curitiba no sea tan glamurosa como Brasilia ni tan sexy como Río de Janeiro, pero sus habitantes disfrutan de una calidad de vida que no tiene parangón en otras partes de Brasil. Con la ayuda de una próspera economía, esta moderna ciudad es capaz de conservar espacios verdes y edificios históricos.